En la búsqueda de nuevas maneras de constituir ciudadanía en América Latina

“…un acontecimiento no es la solución de un problema,

sino la apertura de posibles“

(Mauricio Lazzarato)

 

A modo de introducción.

El fin del siglo XX y la primera década del siglo XXI fueron testigos de la debacle de los proyectos neoliberales y la emergencia de experiencias populares en distintos puntos del mapa latinoamericano.

Bolivia, Uruguay, Brasil, Argentina, Ecuador, Venezuela, vieron emerger gobiernos que, a través de un fuerte intervencionismo estatal, llevaron adelante programas políticos con eje en la redistribución progresiva del ingreso; el ensanchamiento del mercado interno; el fortalecimiento de distintos canales de participación popular; la restitución y ampliación de derechos individuales y colectivos; y la integración latinoamericana.

Sin embargo, pasada ésta primera década del corriente siglo, varias de éstas experiencias se vieron debilitadas y en algunos lugares fueron derrotadas por proyectos políticos con orientaciones abiertamente antagónicas.

Esta situación inauguró una discusión en torno a los motivos y las causas del tropiezo de éstos procesos.

Si bien el abanico de posibilidades para reflexionar sobre el tema es amplio, y no puede limitarse la explicación de una situación a una sola causa, propondremos un camino y algunos elementos para pensar esta reconfiguración en el mapa político de América Latina.

Tomando la noción de “democracia como proceso” que propone Eduardo Rinesi (2012) y recuperando el concepto de “ciudadanía como proceso” que ensaya Etienne Tassin (2014) intentaremos pensar hasta qué punto los procesos populares de los primeros años del siglo XXI en América Latina, que marcaron un claro camino tendiente a la democratización de la vida social, tuvieron serias limitaciones y dificultades para desarticular la matriz político-cultural que define la noción de ciudadanía como status (propia del derecho liberal) y no lograron constituir una nueva noción de ciudadanía pensada como proceso.

¿Qué concepción de ciudadanía se fue tejiendo al calor de los Estados Presentes promotores de políticas públicas y sociales redistributivas del ingreso y restauradoras de derechos? ¿Fue la ciudadanía la destinataria, el resultado o la generadora de dichas políticas públicas? ¿Cómo pensar la ciudadanía hoy en América Latina?

I - La democracia como proceso.

En un trabajo titulado “¿La democracia contra la república?” el politólogo y filósofo Eduardo Rinesi sostiene que partir del año 2003, comienza a delinearse una noción de democracia como proceso. La idea de democratización toma fuerza por sobre la idea de democracia. En palabras de Rinesi: “Hoy no se habla tanto, en la Argentina, de democracia como de democratización, y que si éste es el caso es exactamente porque hoy no se piensa tanto en términos de la necesidad de conquistar, de consolidar o de cuidar un orden democrático como en términos de la necesidad de ampliar expandir y extender una cantidad de derechos ciudadanos”

Desde esta última perspectiva una sociedad es más democrática en tanto más derechos tengan sus ciudadanos. Y es el Estado, a través de la implementación de políticas públicas redistributivas, el que toma un lugar central como fomento y garantía para el cumplimiento de esos derechos. “Existen los derechos de los ciudadanos justo porque existe un Estado que está ahí para garantizarlos”

Sin embargo desde la perspectiva de Rinesi, si bien el Estado es fundamental en la recuperación y ensanchamiento de derechos “no puede ser el único actor político en los combates que necesariamente acompañan y acompañarán la vocación por seguir ampliando, por consolidar y afirmar esos derechos”. Ese Estado tiene, necesariamente, que construir capacidad para “volcarse a ser Estado poroso y abierto a una discusión densa con los ciudadanos y con sus organizaciones, entendiendo la democracia como estímulo a la participación popular en la cosa pública”. De lo contrario se establece un límite y el proceso se cierra, se coarta, se clausura.

Sin una ciudadanía participativa y sin un Estado que pueda abrirse a la discusión con ella y que estimule la participación popular en la cosa pública, la consolidación del proceso democratizador se debilita.

Para esto es fundamental transformar y redefinir esa clásica idea de ciudadanía como status jurídico que de una u otra manera acaba desestimulando y desactivando la participación popular.

¿Qué tipo de ciudadanía pude potenciar y permitir profundizar la noción de democracia como proceso? ¿No es éste uno de los grandes desafíos que deben afrontar las democracias populares en América Latina para fortalecerse y profundizar el proceso democratizador?

II - “De las acciones nacen los ciudadanos” La ciudadanía como proceso

Sabemos que los sentidos de las palabras permanecen siempre abiertos, agujereados y polisémicos. Por eso su definición implica siempre una pequeña batalla política.

Etienne Tassin (filósofo y ensayista francés) hace una interesante propuesta teórico-política desde la cual invita a pensar la ciudadanía ya no como un status jurídico sino como un proceso que atraviesa lo social y lo político, “como el fruto de la acción y no del derecho, como el modo por el cual lo social se politiza y lo político se socializa”.

Para Tassin solo la acción política es la que convierte a las personas en ciudadanos. En este sentido la ciudadanía es un ponerse, es un realizarse en la acción política, es al fin y al cabo un modo de actuar juntos en el espacio público.

Nada nos define a priori como ciudadanos: “No se nace ciudadano o ciudadana, se deviene; por sus acciones y no por sus alegatos”. “Quien actúa se hace ciudadano a causa de su acción… es su acción la que le da nacimiento en calidad de ciudadano”.

Frente al interrogante sobre qué tipo de ciudadanía pude potenciar y permitir profundizar la noción de democracia como proceso, Tassin parece proponernos algunos posibles puertos.

Correrse de la noción de ciudadanía como status y pensar la ciudadanía como proceso puede ser una manera de robustecer, profundizar y darle proyección al proceso de democratización iniciado en varios países de Nuestra América a principios del siglo.

Salirse de la idea de ciudadanía como concesión: “Es el ejercicio, la acción política, la que hace al ciudadano. No es la posesión de un título ciudadano la que autoriza o requiere a la acción, es la acción quien confiere derechos cívicos y políticos”.

Lograr que las políticas redistributivas del ingreso y reparadoras de derechos constituyan una ciudadanía participativa, capas sostener y de llevar esas reivindicaciones a niveles de transformación más profundos.

 

Referencias bibliografícas

Rinesi, E. (2012) ¿La democracia contra la república? En Reflexiones sobre la democracia argentina.  III Encuentro de Equipos de Investigación en Teoría Política. Programa de Estudios en Teoría Política del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS). UNC. CONICET. Córdoba.

Tassin, E. (2014). Conflictos en el corazón de lo político, ¿más allá de la violencia? Interrogaciones sobre las fronteras de lo político y lo social.